Soy mamá de una bebé hermosa de 2 años. Di a luz durante la pandemia y pasé por una depresión post parto que duró casi un mes. Siempre me había considerado una persona súper fuerte mentalmente, con mucha energía para hacer deporte, bailar, salir con amigos y viajar con mi esposo. Sin embargo, me costó asimilar el cambio: la lactancia, las noches sin dormir y vivir con la angustia constante y el temor de salir por miedo a que algo le pudiera pasar a mi hija.

Poco a poco fui intentando recuperar mis hobbies, aprender a cuidarme a mí misma y a engreírme, pero algo aún no encajaba. Dejaba todo lo que empezaba y comencé a subir de peso. Mi foco estaba 100% en la maternidad, y ¿dónde quedaba yo? A los 8 meses de dar a luz, cuando me propuse retomar nuevos hábitos, a mi hija le diagnosticaron neutropenia y vinieron meses muy duros. No podíamos salir y los días y noches se hicieron interminables. Pero un día, hace un año, llegó la felicidad cuando se recuperó por completo. Ese día me dije a mí misma: ¡Ahora sí! Es momento de encontrar un mejor balance. Puedo ser mamá, esposa, tener un trabajo estable, pero también puedo cuidar de mí y buscar las cosas que me hagan feliz.

Intenté correr, bailar, salir más seguido durante varios meses, pero siempre terminaba dejándolo; no era constante. Había escuchado de Síclo y quería intentarlo, pero todas las sedes me quedaban lejos, hasta que un día inauguraron la sede de Primavera y pensé: es una señal, ya no tengo excusas. Fui a mi primera clase y nunca más dejé de ir. Me transformó por completo. Me reconectó conmigo misma, con esa persona llena de energía que era antes de ser mamá, y me hizo dar cuenta de que el balance sí es posible. Y que nadie se va a morir en casa si me voy una hora al día a hacer algo que me gusta, ¡jaja! Incluso participé en el reto de Navidad y fue increíble sentirme parte de esta comunidad. ¡Gracias, Síclo!