"Cuando las cosas se pusieron difíciles en Venezuela, me vi obligado a migrar a Perú con literalmente un sueño dentro de una maleta de 15 kilos. Lo que no sabía era que mi sueño pesaba más que eso.

Cuando llegué comencé a hacer muchas cosas que nunca había hecho, como bailar en las calles, vender helados o lavar platos en un restaurante. Nunca me sentí menos que nadie por lo que hacía. Siempre con la frente en alto sabiendo que algún día mi momento llegaría.

Dos años después mi fe se había agotado porque nada terminaba tan bien. Así que un día exploté (y lo expreso así porque siempre llevo mis días en alto positivismo).

Ese mismo día recibí una oportunidad de trabajo en un comercial de TV y al poco tiempo me llamaron para una competencia de baile, Síclo me encontró bailando de casualidad en un ensayo.

Supe que Síclo era mi lugar, aunque no existía físicamente porque estaba en construcción, pero no importó. Por eso, decidí creer en este movimiento y amarlo con todas las fuerzas.  Desde ese momento entendí que el peso de mis sueños pesaban más que 15 kilos.

Pesan un montón de corazones que están ahí para vivirla, para reír, para llorar, para cantar y para soñar. Síclo es mi lugar seguro, es mi pasión, es el lugar que me da la oportunidad de ser yo mismo sin ningún tipo de filtro."